Non teño parentes, amores nin chouza, de aldea en aldea, parroquia en parroquia ando polo mundo arredada e soa, e xanto, cando atopo cunha almiña boa que polos seus mortos, bótame de esmola, a cunca do caldo e o anaco de broa.
Durmo nos camiños érgome coa aurora, lávome nas fontes de clara auga morna, e as noites que a lúa loce brilladora, como nun suspiro, paso as horas mortas mirando para ela, cantándolle coplas,
"Lúa, lúa branca, como me namoras!
Todo o santo día, co sol ou coa choiva, dun lado para outro vou de porta en porta, e fuxindo aos mozos chea de vergoña, e aos cans que me ladran e os nenos que xogan tirándome pedras, chamándome tola, atraveso veigas, rubo corredoiras, e salto valados cubertos de roxas espiñas de estripos e ortigas traidoras, que me firen a carne e ráchanme a roupa...
a roupa dos probes,
que nunca foi nova!.
Cando camiñando paso polas hortas a tempo que a xente turra de espiocha ou cava patacas ou planta cebolas, sempre hai un que diga:
-A onde vas Rosa?
E eu que non quero andar con parolas nin que ninguén, ninguén, saiba as miñas cousas, nin de min se burle nin veña con cholas, sen faltar á crianza mándoo facer moitas...
-Demo de xudeu! A ti que che importa? Tes ganas de leria? Pois chama por outra!
E, sen máis palique, vírome as costas; mais ben me percato, facéndome a xorda, que queda dicindo:
Pobriña da tola!
Eu non sei se falan de min ou de outra e río cando ouso contar esas cousas. Eu non me recordo... Bah, quen se recorda! Mais eu non acerto que ten esa historia
que, cando contala, tristeiros escoitan, namentres eu saio correndo da horta, os homes salaian, e as vellas e as mozas, co mandil nos ollos, doloridas choran, dicindo en voz baixa...
Probiña da tola!
Que Deus nos aparte dunha mala honra!
E non é verdade, abofé estou corda! Se a xente soubera que vivo na gloria! Se dos meus segredos caeran na conta!
Cando a noite cobre o pinal de sombras, dúrmome nun leito de fiúnchos e follas, e a pouco esperto, e vexo unha pomba que baixa do ceo, voa que revoa, e vén no meu colo pousarse, e mimosa, rúbeseme o peito e bícame na boca, fálame dos anxos, da Nosa Señora, e da nai querida que chorando roga para que deste mundo de penas recollan e leven xunto a ela a filla que adora.
No tengo parientes, amores ni bienes, de aldea en aldea, parroquia en parroquia voy por el mundo apartada y sola, y almuerzo, cuando encuentro con un alma buena que por sus muertos me echa una limosna, el tazón de caldo y el trozo de borona.
Duermo en los caminos, me levanto con la aurora, me lavo en las fuentes de clara agua tibia, y las noches que la luna luce resplandeciente, como en un suspiro, paso las horas muertas mirando para ella, cantándole coplas.
"Luna, luna blanca,
¡cómo me enamoras!
Todo el santo día, con sol o con lluvia, de un lado para otro voy de puerta en puerta, huyendo de los mozos llena de vergüenza, de los perros que me ladran y de los niños que juegan tirándome piedras, llamándome loca. Atravieso vegas, subo empinadas cuestas, y salto vallados cubiertos de rojos pinchos de espinos y ortigas traidoras, que me hieren la carne y me rompen la ropa...
La ropa de los pobres,
¡qué nunca fue nueva!
Cuando caminando paso por las huertas al mismo tiempo que la gente tira de la azada o cava patatas o planta cebollas, siempre hay quien diga:
-¿A dónde vas Rosa?
Y yo que no quiero dar conversación ni que nadie, nadie, sepa mis cosas, ni de mí se burle ni venga con bromas, sin faltar al respeto le mando a hacer muchas...
-¡Diablo de judío!
¿A ti qué te importa?
¿Tienes ganas de lío?
¡Pues llama a otra!
Y, sin más palique,dando la espalda; me doy cuenta, haciéndome la sorda, que quedan diciendo:
¡Pobrecita la loca!
"Es de Santa Baia, del lugar de Desbroces cerca de las casas que dicen de Revuelta. Se quedó pequeñita, al cuidado de la abuela que al morir le dejó casa y hacienda. Conocí a los padres, dos buenas personas, no despreciando ¡a nadie que me escucha! La niña se crió como una señora, haciendo pareja con el nombre de Rosa. Con la vida que lleva, ¡ya veis! a la fuerza tiene que estar en la pobreza y esto es la prueba, pero en otros tiempos...
¡fue una moza!
Recuerdo un año que por la Pastora, con su cara de cereza, fresca y colorada, el cabello en trenzas de color de las zarzamoras con un adorno de oro alrededor del cuello, de dengue y delantal,
incluso ¡daba gloria!
¡Todo el señorío la rodeaba!
¡Nunca ella, pobre,
tan bonita había estado!
El cuento es que un hijo ¡buen mozo! de la dueña del pazo de la Gándara le estuvo rondando y habla que habla y broma y más broma, la piedra se ablanda y al fin la enamora.
Pero quiso el demonio, (que ese nunca descansa) que la madre se enterase; y el mozo por las buenas o por las malas, la verdad aún no se cuenta, sin avisar marchó de la aldea.
¡Las cosas del mundo!
Lo triste de la historia es que el joven al irse la dejó sin honra, y le entró a la moza una pena tan honda que del parto
¡Mejor estaría muerta!
se le subió "el ramo"...
¡y se volvió loca!
Yo no sé si hablan de mí o de otra y río cuando oigo contar esas cosas.
Yo no me acuerdo... ¡Bah, quien se acuerda! Pero yo no acierto qué tiene esa historia que, cuando la cuentan, tristes escuchan, mientras yo salgo corriendo de la huerta, los hombres suspiran, y las viejas y las mozas, con el mandil en los ojos, doloridas lloran, diciendo en voz baja...
¡Pobrecita la loca!
¡Qué Dios nos aparte de una mala honra!
Y no es verdad ¡Claro que estoy cuerda!
¡Si la gente supiese que vivo en la gloria!
¡Si de mis secretos se hubiesen dado cuenta!
Y todas las noches, viene la blanca paloma, y conmigo habla, y conmigo juega. Hasta que iluminado el pinar por la aurora, sube hacia el cielo
¡vuela que revuela!
Por eso me río, cuando, ¡meigas fuera!, la gente del mundo que dice que está cuerda murmura al encontrarme...
¡Pobrecita la loca!